
EL EVANGELIO PARA CADA SEMANA. CICLO LITÚRGICO A
La vida cristiana no crece espontáneamente en nosotros. La verdad de los Evangelios no puede ser alcanzada a través de un proceso inmediato de razonamiento. Necesitamos meditar continuamente las palabras de Jesús. Es sólo mediante la familiaridad y la asociación adquiridas con los Evangelios que comenzamos, lentamente, a aprender a vivir como Jesús. Esta familiaridad cercana a las palabras de los Evangelios nos coloca en consonancia con la vida de Jesús, y nos inspira su amor por el mundo, levanta nuestro entusiasmo por su proyecto del Reino de Dios, e infunde en nosotros su Espíritu. Y así, casi sin notarlo, nos vamos haciendo sus seguidores. Esta meditación personal de las palabras de Jesús nos va transformando, más que todas las explicaciones, sermones y exhortaciones que nos llegan del exterior. Los procesos de cambio personal se dan desde el propio interior de cada persona. Tal vez, éste sea uno de los problemas actuales de nuestra religión: no cambiamos sólo por lo que fluye en nuestros corazones, sino por Jesús que pasa por nuestros corazones y nuestra humanidad.

