Si nos remontamos a la época de Abraham, podemos encontrar personas que inventaban historias para explicar lo que no sabían explicar. Entre esas historias había algunas sobre reyes que se creían dioses y edificaban monumentos como pirámides inmensas pensando que así serían inmortales. Pero Abraham no siguió la corriente. Él no sólo afirmó que existía un Dios Creador, sino que también se jugó la vida por esa creencia. Y es un ejemplo para nosotros en la actualidad.