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Hemos utilizado en nuestra portada la pintura del famoso cuadro de las Tentaciones de San Antonio, del Museo de Colmar, porque estamos convencidos de que su grafismo expresa en forma magistral el mensaje que a través de estas páginas tratamos de comunicar al lector.
La imagen del anciano es el símbolo claro del creyente, lastimosamente magullado, que lucha con todas sus fuerzas hasta el agotamiento para encontrar la única verdad, la auténtica doctrina y el verdadero Dios.
Las expresivas, monstruosas y grotescas carroñas se lo impiden: los legalistas, los conformismos, las tradiciones, las liturgias, las idolatrías, las demoníacas teologías, las iglesias confederadas, le envuelven y le rodean, le tumban, le arrastran, le apalean, le inmovilizan, le obligan, en definitiva, a vivir en la más repugnante de las esclavitudes y ataduras.
Sólo Jesucristo, que es Dios, puede salvarnos de toda esta carroña inmunda y deforme equilibrando nuestra visión del cristianismo y situándonos bajo el signo de la eternidad. Debemos estar dispuestos a dejarnos llevar por el pensamiento de Jesucristo a través de su Espíritu, que sólo envía a quien le ama ilimitadamente, inmunizándonos contra todas estas ataduras legalistas y aniquiladoras.
Los falsos teólogos han abandonado la fuente original de la verdad en Cristo y sus creaciones han degenerado en formas de pensamiento extrañas al Evangelio. En este libro se denuncia y desnuda todo ese mamotreto, bien relleno de falsas doctrinas y trasnochadas entelequias, envolviéndolo adecuadamente para que esté en condiciones de ser llevado por el carro de la basura y, oportunamente, arrojado a la letrina o al estercolero.
Sólo en la roca granítica e indestructible de Jesucristo será anulada y desmontada toda esta pútrida carroña encontrando el creyente la seguridad perdurable, el sosiego equilibrado y el final feliz.